Un fantasma recorre Bogotá y otras ciudades del país, se trata del fantasma de la inseguridad. Todos los días convivimos con él, y aunque no es desconocido, se presenta en un contexto con características nuevas y un tejido totalmente diferente al de épocas pasadas. Solo por dar una imagen, piensen ustedes en cómo ha cambiado la percepción de seguridad respecto al viaje por carreta. La principal bandera de la actual administración es la seguridad y este año volvimos a picos de vieja data como los de 2016 en delitos como homicidios y extorsión1. En el Catatumbo, la situación de conflicto armado se ha agudizado, al igual que en los últimos años en diferentes zonas del país, donde se suponía que el acuerdo de paz y otras negociaciones generarían un cambio. En general es innegable que la violencia sigue siendo el gran obstáculo de la nación colombiana.
Quiero partir de un supuesto político: y es que la situación de “inseguridad” que atraviesa el país es una consecuencia de haber “hecho trizas” la implementación del acuerdo de paz. Los argumentos que sustentan el supuesto han sido estudiados y profundizados por organizaciones con capacidad para ello, incluso la ONU ha llamado a la implementación del acuerdo como política de Estado2 y hace pocos meses conocimos, resultado del control político en el congreso, que billones de pesos de recursos para la implementación fueron robados durante la administración Duque.
Estando, así las cosas, el aumento de violencia en el país y la ciudad es el resultado de abandonar el acumulado de acciones que buscan la paz para seguir fortaleciendo proyectos de élites locales con cero imaginación.
Las victorias de las élites locales en las últimas elecciones confirmaron la consolidación de caminos separados e indiferentes a la paz. Quiero hablar de un ejemplo explícito que se extiende a los otros sectores. Aunque tenga diferencias profundas con las formas ideológicas de Claudia López quiero hablar de un proyecto surgido de su Plan Distrital de Desarrollo.
En Ciudad Bolívar se ejecutaron, como en otras localidades de Bogotá, recursos para metas asociadas a memoria y reparación simbólica durante la vigencia 2020-2023. Refiriéndome al proyecto 1937 de 2023, en la Alcaldía Local de Ciudad Bolívar se desarrolló un proceso que incluía una RUTA TOAR3 y proyectos de reincorporación social y económica para firmantes del acuerdo y excombatientes en procesos de reincorporación. Este proyecto es un acierto para la paz y por ende para la seguridad.
Puedo afirmar que se requieren más proyectos así en toda la ciudad para todos los sectores. Y es que casi todo me gusta de ese formato. Primero, y tal vez lo más difícil de lograr: su diseño institucional (es decir la formulación del proyecto de inversión), al contrario de lo que suele pasar en el resto de los proyectos de las alcaldías locales, contiene un alto nivel de participación e integración colectiva. Y segundo, la ejecución genera un campo fructífero para desarrollar las intenciones políticas del acuerdo de paz por medio de la interacción de víctimas y victimarios con un territorio particular.
Sobre la formulación del proyecto, les cuento que este iba más allá de la legitimación a través de presupuestos participativos o de instancias de participación. El diseño permitía a víctimas y comunidad incidir directamente en el método a través del cual se fortalecían sus organizaciones sociales. Por oposición a otros proyectos de fortalecimiento de organizaciones sociales y, por consecuencia del tejido social, los cuales siempre tienen funcionarios que creen “saber” lo que necesitan las organizaciones para ser fuertes, limitando las opciones de insumos y proveedores en sus ejecuciones. O, como lo que pasa en Engativá, en donde el diseño del proyecto beneficia principalmente a los operadores privados que dan mil capacitaciones sin generar ningún vínculo afectivo o efectivo del tejido social con las organizaciones que, se supone, deben fortalecer. Este es el caso del operador privado FUNCITEC, representado legalmente por Luis Carlos Serpa Zambrano, quien ha contribuido a consolidar el poder y control de Carlos Alberto Molina, mejor conocido como CPM, sobre muchos procesos de contratación estatal en la ciudad. A estos personajes no les pasa nada aunque les hagan mil debates de control político en las JAL, pues siguen obteniendo los contratos.
Volviendo sobre Ciudad Bolívar, el diseño era maravilloso y hacía que los funcionarios de planeación y el operador tuvieran permanente comunicación con la comunidad. Y digo “era”, porque esta nueva administración cambió el diseño, aunque mantuvo la meta de inversión en diferentes localidades. Seguramente es más cómodo para funcionarios y operadores formular proyectos donde la orientación viene de la alcaldía y la gente solo debe cumplir y seguir los pasos.
Frente a lo segundo, me gustaría poder explayarme, pero creo que su momento llegará en otra ocasión. Del amplio campo de acción en la ejecución de estos proyectos, resulta la oportunidad de que excombatientes del ejército, como actores armados del conflicto, puedan participar de ejercicios que aporten al reconocimiento de la verdad. Si le sumamos a ello el hecho de posibilitarles a los mismos, como personas formadas en un discurso guerrerista, comprender la importancia de los vínculos del tejido social colectivo, abrimos el mundo a reflexiones sobre las consecuencias de dicho discurso, su validez y secuelas en la sociedad que no hemos logrado por otros medios. Sé que muchos comparecientes del ejército, especialmente aquellos que tuvieron altos rangos, ven a la JEP con desconfianza, pero también otros se han esforzado por creer en el proyecto de la paz, y han asumido con valor el reto de decir la verdad y reparar.
Ahora, piensen ustedes, si los grandes y pequeños proyectos de la ciudad tuvieran estas dos oportunidades: diseños con altos niveles de participación social efectiva y campos de acción creativos para el compromiso político con la paz, ¿que podría resultar? Digamos que, es difícil hacer control cultural, pero, creo firmemente en el poder creativo del tejido social. Imaginen no más, extender esta oportunidad al trabajo con les jóvenes atraídos por la criminalidad como un lugar de afirmación, estaríamos creando proyectos innovadores y creativos para Bogotá y produciríamos situaciones sociales donde les jóvenes de las clases populares puedan afirmarse de otras formas que no sean la violencia. Bueno, tantas cosas se deben hacer, digamos que, se vale soñar.
- Así se gráfico en una infografía de diferentes fuentes La Silla Vacía en https://www.instagram.com/p/DGGYF7zxC-6/ ↩︎
- ONU, oficina del alto comisionado para los derechos humanos, (2024), disponible en: https://www.ohchr.org/es/press-releases/2024/03/colombia-un-expert-calls-implementation-peace-agreement-state-policy ↩︎
- La Ruta TOAR son Trabajos, Obras y Actividades con contenido Reparador Restaurador que comparecientes ante la JEP puede realizar para acceder a penas alternativas. ↩︎