En Tumaco, una sede de la UNAL en vía de extinción: ¿Quiénes son los culpables?

A pesar de sus 27 años, la sede Tumaco de la Universidad Nacional de Colombia todavía no ha trascendido de ser un mero acto administrativo. Lo que la institución presenta con orgullo como un “faro de luz y esperanza en el Pacífico colombiano” se resume hasta ahora en unos simples contenedores. A continuación, el relato de la deuda de la Universidad Nacional de Colombia con la comunidad de Tumaco.

Tumaco es la segunda ciudad del departamento del Nariño y segundo puerto del Pacífico. Su población sufre desde hace décadas las consecuencias del narcotráfico, la presencia de actores armados en el territorio aunado a la grave ausencia del Estado colombiano. No obstante, desde 1997 cuenta con una de las nueve sedes de la Universidad Nacional de Colombia. Esta estrategia de expansión institucional pretende promover mayor oportunidades para el acceso a la educación superior en las regiones periféricas del país, así como fomentar un diálogo con las comunidades desde sus contextos y alentar la producción de conocimiento en los mismos territorios. 

Sin embargo, 27 años después del anuncio de la creación de la sede, la UNAL fue incapaz de materializar el proyecto de construcción de un campus universitario en el Pacifico y cumplir con sus promesas a la comunidad de Tumaco, hoy en día profundamente desilusionada, como lo comenta Javier Sánchez con quien conversamos para la nota : “los mismos chicos ven a la universidad como algo que no vale la pena. Algunos dicen, ¿para qué me voy a meter a la universidad nacional si no tienen ni siquiera dónde ven clase?»

«Es algo que la universidad le está debiendo al municipio, y no solo la universidad, sino que podemos decir el país”.

Javier Sánchez, estudiante de derecho en la sede Tumaco

Cronología de una construcción imposible

En 2016, Países Bajos realizó una donación de 12.531.053 de euros, para la construcción, interventoría y funcionamiento de la sede durante 10 años. En el primer semestre del 2018 bajo la rectoría de Dolly Montoya, se inició la construcción de la sede convenida con la empresa Miroal Ingeniería S.A.S., empresa cuestionada por tener otro contrato en Bogotá que incumplió. Ahora bien, en 2019, se paró la obra por recomendación de la interventoría y se demolió lo construido, pero hasta ahora, la administración no responde a las peticiones de aclaración formuladas por los estudiantes. También en 2019, se descubrió un detrimento patrimonial de 2.359 millones de pesos provocado por fallas en la elaboración previa de los diseños y planes de construcción de la sede, lo que abrió una controversia jurídica entre la UNAL y Miroal Ingeniería S.A.S. para liquidar el contrato por acuerdo mutuo. La liquidación ocurrió en diciembre de 2022 sin que se expliciten los términos ante la comunidad universitaria, por lo cual los estudiantes se reunieron en 2021 con la entonces directora de la sede, Amanda Mora, para solicitar la liquidación a Jorge Riveros, gerente financiero; pero hasta la fecha no se ha hecho pública.

Resolución de la rectoría 078 del 2 de febrero de 2024

El comité de contratación mandó invitaciones directas a 4 empresas pero la comunidad universitaria de Tumaco permanece preocupada frente a la ausencia de solución. Por si fuera poco, el gerente financiero de la sede, Jorge Riveros, declaró que los constructores no se presentaron por la situación de conflicto armado interno en la zona, cuando en la misma vía donde la universidad tiene el lote, se logró construir el Hospital San Andrés de Tumaco, la nueva sede de la universidad de Nariño y la nueva sede del Sena en las últimas décadas. A pesar de las múltiples solicitudes y esfuerzos por parte de los estudiantes movilizados para salvar la sede Pacífico, las administraciones, local y nacional, siempre mantuvieron una comunicación pobre y poco horizontal con la comunidad universitaria, dejando claro su poco interés en garantizar condiciones dignas y decentes. 

En Tumaco, se estudia en una sede inexistente 

En tres décadas, las condiciones académicas en la sede Tumaco no han conocido ninguna mejora sustancial. La infraestructura de la sede se limita a dos contenedores para baños, cuatro para las clases, uno para la biblioteca, uno para la administración, una cancha de microfútbol, una carpa de bienestar y un sendero ecológico. Sin embargo, en su gran mayoría, los estudiantes no reciben sus clases en este conjunto de contenedores que conforman el “campus”, sino en espacios que no pertenecen a la UNAL, como la “Casa Estrella” de la curia de Tumaco. “A los muchachos que están en derecho, del lugar donde están recibiendo clase hasta donde está la sede, son 30 kilómetros. ¿Vas a recorrer 30 kilómetros para sacar un libro? y si está?” comenta un estudiante de derecho, demostrando la precariedad académica que enfrentan al estudiar en una sede cuya infraestructura es tan dispersa.

Hasta 2024, sólo existía el Programa Especial de Admisiones y Movilidad Académica (PEAMA) en el marco del cual, los estudiantes admitidos realizan una parte de su formación académica en una de las sedes andinas, es decir en Bogotá, Medellín, Manizales y Palmira. A causa de una irresponsable falta de apoyo por parte de la sede de Tumaco o de la universidad, los estudiantes de PEAMA enfrentaron una fuerte precarización de su vida universitaria al realizar su movilidad y se observó múltiples casos de deserción. Estudiantes de la sede haciendo su movilidad en Bogotá testifican: “Al hacer movilidad, ya haces parte de la sede andina, la sede Tumaco se olvida de ti.” Por consiguiente, los estudiantes participan igual a los apoyos que brinda la universidad; en una convocatoria de alojamiento en sede Bogotá se presentaron 1000 personas y solo fueron aceptadas 30. “¿Dónde quedó el resto? ¿Qué pasó? Y dentro de esos hay personas de otros lugares, que de pronto no entran en PEAMA o PAET, pero son fuereños de otros territorios del país”. 

En el primer semestre del 2024, se creó el Programa de Admisión Especial con Enfoque Territorial (PAET) ofreciendo programas de formación profesional completos en el mismo territorio, sin tener las infraestructuras adecuadas – problema que fue “solucionado” con más contenedores. En una reunión con el ministerio de Educación, los estudiantes se enteraron de que el PAET no fue aprobado por el gobierno, ya que la universidad dispone de la autonomía para hacer eso.

Javier Sánchez

La sede Tumaco: un ejemplo paradigmático del racismo y centralismo institucional

El abandono de los jóvenes de Tumaco así como las promesas incumplidas de la UNAL ilustran el racismo y centralismo estructural del Estado colombiano. Contrario a la retórica institucional que se enorgullece sin escrúpulos de la “presencia permanente en el Pacífico Colombiano” de la Universidad Nacional, la ausencia de una sede decente en Tumaco plantea una pregunta clave: ¿Quién tiene derecho a una educación digna en Colombia?  L. Quiroz y M. García, afirman que la cobertura educativa sigue siendo “…insuficiente para proteger el derecho a la educación. Se requiere además que aumente con estándares de calidad similares para todas las clases sociales”. El caso de Tumaco encarna una injusticia social y territorial, e ilustra las asimetrías del acceso a la educación superior en Colombia, según el territorio en el cual uno se encuentra. Al plantear el acceso a la educación superior desde una perspectiva de justicia social, J. Márquez permite entender la falla del Estado colombiano, quien no ha logrado “consolidar la educación a lo largo de la vida como un derecho humano fundamental para superar la marginación económica, política, social y cultural, y para asegurar la construcción de sociedades sostenibles, inclusivas, plurales y diversas”. 

“Como han pensado, las personas que han dirigido el país, desde adentro y para dentro: a los territorios, sólo les han visto como lugares para extraer, extraer en el deporte, extraer recursos naturales, pero no se ha visto como para invertir en el territorio, no nos han tomado para poder construir nación como tal”

Alexander Márquez, estudiante de ingeniería química de la sede Tumaco

Esta realidad fractura el discurso de la universidad instrumentalizando su “presencia nacional” como una propaganda que oculta su incapacidad de construir un campus universitario decente. 

Alexander Márquez

Designación de Ismael Peña a la rectoría: un acontecimiento preocupante

La campaña de los candidatos a la rectoría y reciente designación del nuevo rector, evidencia la poca consideración dedicada a la sede de Tumaco, dado que ningún candidato se presentó ante la comunidad universitaria de Tumaco durante la campaña, ilustrando el desprecio de la institución para los territorios donde está supuestamente presente, en este sentido, es cuestionable cómo se organiza actualmente el gobierno universitario que centraliza la administración de sedes territoriales como está, designando directivas ajenas a los contextos territoriales que deben atender. Finalmente las voces de los estudiantes de Tumaco se suman a las de toda la comunidad universitaria de la UNAL, declarada en paro desde hace más de un mes, después de la designación de Ismael Peña en la rectoría por parte del Consejo Superior Universitario y a pesar de la victoria de Leopoldo Munera en la consulta.

Por otro lado, la designación del vicerrector de Montoya, ampliamente responsable por la ausencia de una sede decente en Tumaco y la amenaza de ultimátum por parte del Reino de Países Bajos, dibuja un horizonte bastante preocupante para la comunidad universitaria del Pacífico, ahogando sus esperanzas para un cambio de directiva más que nunca necesario y una resolución urgente de la situación. 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *