¿Quiénes son los que habitan las calles de Bogotá, de la madrugada al atardecer?
Todos, los hemos visto, bailando, cantando, vendiendo, limpiando, actuando, rebuscando…ellas y ellos son protagonistas de la vida cotidiana en Bogotá.
¿Cómo se llaman? ¿Quiénes son? ¿De dónde vienen? ¿Cómo y porqué llegaron aquí? ¿Cuál es su experiencia en la calle?
En Telascanto, fuimos al encuentro de los que dan vida a las calles bogotanas y paramos la oreja para escucharlos. Artistas, vendedores, limpiavidrios, éstas son sus historias, y aquí, te las cantamos. Póngale cuidado, lo que sigue son los relatos de los y las que siempre ve pero a quienes pocas veces se escucha.
Danzarina de Joropo
Tais Contreras, 42 años, es una mujer viajera de Venezuela, bailarina, que llegó a Bogotá desde Guayaquil, Ecuador.
Tais no siempre ha ganado su vida como bailarina; hace algunos años, trabajó como enfermera, y tuvo que afrontar muchas circunstancias por lo decidió emprender su viaje y ahora la encontramos en la 45 con Séptima en la ciudad de Bogotá, trabajando en el arte callejero, con su vestido tradicional de Joropo de colores verde, amarillo, rosado que diseño su madre, luciendo su talento dancístico en el semáforo. Sin embargo, Taís no solo baila Joropo, sino que representa personajes diversos dependiendo la temporada. Algunos de estos son el Grinch, Katrina, el payaso, dándoles un show a sus espectadores que están en los carros, transporte público y los transeúntes que andan corriendo de un lado a otro por el afán que conlleva la ciudad.
Pero a pesar de todas las personificaciones que realiza, el joropo es un baile con el que ha crecido y que ama, porque significa la gallardía del hombre de la cultura Colombo-venezolana y evidencia los elementos sociales y culturales que estos países hermanos comparten. El reflejo de esta hermandad que menciona Tais y de esta historia común es la música que se baila en ambas llanuras.
Su habilidad con la danza le ha permitido tener su sustento diario con grandes esfuerzos, comenzando su jornada laboral a las 5:30 de la mañana en el faro (semáforo) hasta las 10 de la mañana. Esta primera jornada del día le permite recoger el dinero para el desayuno y almuerzo, descansa un poco para retomar su segunda jornada en la tarde, así es su diario vivir. Sin embargo, este día día genera cierta inestabilidad económica, de la cual es plenamente consciente: “hay días que logro hacer copioso” cuando al contrario, “hay días que sale poco”. Ella ya la aprendió a gestionar: “con mucho o con poco se vivir”, defendiendo que el reto también implica fomentar otro tipo de riqueza, “más hacia adentro”.